EL CABALLO ANDALÚZ

Los caballos andaluces son descendientes directos de los caballos ibéricos, es decir, endémicos del territorio español. Hablamos de caballos con más de 20.000 años de historia, a sus lomos y tienen un origen remoto. Ya existían caballos andaluces al fin del período Neolítico, cuando comenzaron a ser domesticados y montados por guerreros y tribus nómadas.

Durante la época romana estos caballos fueron muy apreciados, participando en los circos romanos y realizándose numerosos cruces con otras razas equinas de las que son precursores. Algunas de esas razas son actualmente muy conocidas y reconocidas mundialmente como el caballo mustang, el hispano-árabe o el frisón. Pero a fin de preservar la pureza de la raza se prohibió, desde el siglo XII hasta el XIX, cruzar caballos andaluces con otras razas de caballo. Estos caballos eran realmente valorados por los nobles, quienes pagaban ingentes sumas de dinero por conseguir a los ejemplares más "puros".

Durante el siglo XVIII, debido a la popularidad de las carreras de caballos la raza sufrió un leve declive, pues se preferían caballos más ligeros. Sin embargo rápidamente se recuperó rápidamente y en 1912 se abrió el primer libro donde inscribir a estos pura raza, constituyéndose en 1972 la Asociación Nacional de Criadores de Caballos Españoles (ANCEE) en Sevilla.
Los caballos andaluces son caballos de tamaño medio, con una altura a la cruz de entre 155 y 175 centímetros y un peso de entre 400 y 650 kilogramos. Estos caballos tienen una esperanza de vida que se sitúa entre los 20 los y 35 años. El cuerpo de estos equinos es musculoso y de proporciones armónicas y elegantes. Su pecho es amplio, su espalda sólida y su lomo ancho y relativamente corto. Las patas son largas y muy fuertes. Su cola es larga y espesa, al igual que las elegantes crines, y de porte bajo.

La cabeza es de tamaño mediano, proporcional al resto del cuerpo, con unos ojos vivaces, expresivos y de color negro o tordo. Su cabeza está rematada por unas orejas de tamaño también mediano, móviles y de forma triangular. En cuanto al pelaje, este puede presentar diferentes colores, aunque el más común y popular es el tordo, también se aceptan casi todos los demás exceptuando el pío, siendo más apreciados los colores oscuros.

Los caballos andaluces son en general unos caballos impetuosos y con un carácter propio y fuerte, sin embargo son fáciles de domar, pues son dóciles y obedientes si se trabaja con ellos con paciencia y respeto. Además esta doma se verá facilitada por su gran facilidad para el aprendizaje y su notoria inteligencia

Son además caballos muy valientes y algo osados, fuertes y resistentes a las altas temperaturas que se alcanzan en los veranos andaluces. Destaca también su capacidad para una recuperación rápida cuando realiza grandes esfuerzos. Un caballo andaluz tiene un carácter muy equilibrado.

Empezaremos con los cuidados del caballo andaluz hablando de su dieta, pues como cualquier équido, este animal debe recibir una alimentación equilibrada y de calidad, compuesta por heno, verduras y pasto. Excepcionalmente se puede ofrecer pienso para caballos, aunque no es del todo recomendable, especialmente para su uso continuado. La cantidad de alimento diario ha de ser de un 2-3% del peso corporal del animal, variando en función de la cantidad y la intensidad de ejercicio realizado. Así mismo, deberá tener a su disposición en todo momento agua fresca y limpia.
Otro de los aspectos que requerirán nuestra atención serán las tareas de higiene y aseo, entre las que se encuentra dar una ducha a nuestro caballo al menos una vez al día, siendo muy escrupulosos con el secado si es invierno, mientras que en verano se recomiendan dos duchas y dejarlos secar al natural, refrigerándolos y protegiéndolos de las altas temperaturas. Tras estos baños hemos de realizar un buen cepillado, incidiendo especialmente en sus densas crines, que se enredan fácilmente y son trenzadas en muchas ocasiones. También pasaremos un tiempo manteniendo su larga cola libre de enredos y suciedad. En cuanto a sus cascos utilizaremos una brocha especial y aceite para mantenerlos sanos, estimulando su crecimiento y evitando acumulación de suciedad e infecciones.

El caballo andaluz es susceptible a enfermar, como cualquier otra raza equina. No obstante, no presenta enfermedades hereditarias conocidas y, de forma general, se habla de una raza fuerte que se recupera con mayor facilidad de la mayoría de dolencias. De las enfermedades más comunes en caballos debemos destacar los cólicos, las patologías gastrointestinales y los abscesos dentales.

Para evitar y prevenir la aparición de problemas de salud será esencial ofrecer unos buenos cuidados al caballo, pero además, será aconsejable realizar visitas veterinarias preventivas cada 6 o 12 meses, en las que seguiremos el calendario de vacunas para caballos pautado por el especialista. También realizaremos desparasitaciones periódicas y cualquier otro tratamiento que nos aconseje el veterinario.

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